Este lunes por la tarde se desarrolló la charla en la cárcel para mujeres de Quito, “El Inca”. Gracias a lo establecido por Nuevos Horizontes, pudimos ingresar sin dificultad tras una registración rápida. Unas 30 mujeres estaban esperándonos en la capilla del área principal, lugar de nuestra intervención. Nos dimos cuenta de que las cosas se mejoraron bastante con respecto al año pasado, y a continuación del cambio de presidente de la República. Las internas parecían más informadas sobre los anticonceptivos y contestaban con más facilidad a nuestras preguntas. Confesaron haber participado en varias reuniones acerca de sexualidad organizadas por la cárcel durante los meses pasados. En adelante, una ginecóloga visita con regularidad a la cárcel, lo que permite tener respuestas y que gozen esas mujeres del beneficio de un control de mejor calidad en cuanto a su contracepción, embarazos, u otro. No impidó que fuese apreciada la distribución de folletos informativos, como la de condones masculinos y femeninos...
La experiencia fue cargada en emociones por los miembros del equipo, para quienes era “un bautizo de cárcel”. Aquí tienen el punto de vista de Lucie : “ Este lunes 9 de julio, acompañadas por alguién de Nuevos Horizontes, fuimos a la cárcel para mujeres de Quito (“el Inca”). Más del 70% de las mujeres presas están condenadas o acusadas por detención o tráfico de drogas. En realidad, la gran mayoría de esas mujeres no son más que “mulas” que intentan sustentar a su familia. La duración media de las penas es de 8 años. Por supuesto, pocas tienen los recursos adecuados para pedir la ayuda de un abogado. En un contexto en el cual las mujeres siguen representando el pilar de familia, esas condenaciones tienen repercusiones sociales importantes. Años de cárcel implican muchas veces perderse de los lazos de familia. Algunas mujeres se ven obligadas a vivir con sus hijos en el recinto mismo de la cárcel. Es a propósito lo que nos llamó la atención cuando llegámos : el número de niños jugando en los pasillos de la cárcel o en el patio. Algunos nacieron en ella y no conocen a ninguna otra parte.
La charla se demoró un poco. Ironía de la vida : el lugar más adaptado para acoger a las mujeres en reunión era.... ¡ la capilla ! Antes de empezar, tuvimos que dejar pasar unos minutos y hacer una llamada en el micrófono central, porque no más que las representantes de cada pabellón sabían de nuestra venida. Las 32 mujeres que en fin de cuenta asistieron a la charla, se tomaron interés y preguntaron bastante acerca del tema. Nosotras, sorprendidas por las sonrisas y risas, habíamos imaginado unas caras marcadas por la desesperación. Al final, nos dieron las gracias y algunas hasta un beso. Salimos de allí llevando con nosotras una mezcla de impresiones contradictorias pero segurísimas de haber sido muy útiles”.
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