dimanche 3 février 2008

Comunidad indigena de Loma Gorda

Martes 10 de julio del 2007


Ingresar las comunidades indígenas (que casi representan el 25% de la población ecuatoriana) del cantón Pedro Montcayo conllevo un encuentro especial. Durante la entrevista de la semana pasada con Roberto, uno de los portavoces de las 9 comunidades de la zona, se notaban la motivación y el entusiasmo provocados por la idea que trabajemos allá. Fuimos entonces con el bus, luego con una camioneta hasta la comunidad de Loma Gorda, que son 2 horas de viaje al norte de Quito.


Primero parámos en la guardería de la comunidad vecina donde están acogidos en el día unos 50 niños entre los 3 y 8 años. Es un programa de voluntariado por Nuevos Horizontes, quien creó una cooperativa de cultivos y bienes. Los niños o “wawakunas” en quechua (el idioma indígena de la sierra), algo tímidos al principio, rápido solicitaron nuestra atención para hacer pruebas, acrobacias improvisadas. No piden más que atención y cariño : muchas veces nacidos en familias pobres, alcoholicas, y donde la educación no es prioritaria, las probabilidades son grandes para que esos wawas reproduzcan el esquema familiar impuesto, si no salen de su comunidad.

Una vez acabado el trabajo en el campo o en los cultivos de flores en las afueras, pudimos encontrar a la gente de la comunidad de Loma Gorda hacia las 5. Las mujeres llegaban tranquilamente, con un labor de aguja entre las manos y un bebé en cintas de espaldas, algunas acompañadas por sus maridos e hijos mayores. El público nuestro contaba de 20 hombres, 40 mujeres y 10 jóvenes.


Comprobámos con sorpresa la atención aguda de la asistencia y las muchas carcajadas al evocar las palabras faros como “pene, vagina, preservativo...” Muy rápido, Mesías, cabildo de la comunidad intervino con fuerza en la voz, dirigido a sus compañeros para que dejen de reírse y que tomen mucho en serio las informaciones importantes que estábamos entregándoles. No están acostumbrados a charlar acerca de este tipo de tema, ampliamente tabú, sobretodo en público. Las mujeres siempre introvertidas cuando están los maridos, preguntaron muy escaso. Cuando el condón fue presentado a la asistencia (todos tienen que tocarlo para que se familiarizen con él), ellas echaban una ojeada al marido como para buscar el permiso de tocarlo. Al contrario, los hombres sobretodo más jóvenes, mostraron mucho interés frente a los anticonceptivos, con la meta de impedir un embarazo no deseado.



Están planificados más talleres aquí, para que trabajemos también con la otra parte de la comunidad. Recibimos agradecimientos expresivos, la gente parecía satisfecha.

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